HOLGUÍN, Cuba.- El Cocuyo diocesano está extendiendo su luz hacia todas las zonas pastorales de la Diócesis, en Holguín y Las Tunas.
Con los 20 pesos cubanos envueltos en un papel, o con el cupón de inscripción, a veces llegan los testimonios de gratitud escritos a mano.

La revista Cocuyo ha entrado en su segunda época con una presentación el 2 de marzo de 2013 enel Centro Janssen. Mientras escuchaban las palabras de presentación, el público que llenó el espacio de encuentro pudo contemplar de lejos la revista expuesta sobre la mesa, dedicada al Año de la Fe. Su portada muestra una mano sosteniendo una planta joven, símbolo de la fe recibida en el bautismo.
Durante el acto, el obispo Mons. Emilio Aranguren Echeverría tuvo unas palabras de bienvenida y aliento, sobre todo para el equipo de jóvenes que se ha empeñado en esta empresa evangelizadora.
“Para mí, como Obispo, el fruto escondido y duradero es haber perseverado durante más de tres años en el acompañamiento y formación de un equipo de jóvenes comunicadores que fueran capaces de pensar la revista con criterios profesionales para intercambiar, escribir y editar su contenido” comentó en sus palabras.
Señaló que “en el andar de las cosas de Dios ‘el poco a poco’ encierra una sabiduría que, con la ayuda de su misma gracia, da fruto abundante en la medida que quienes participan en este caminar, no se busquen a sí mismos, sino que prioricen el anuncio, crecimiento y actuación del Reino de Dios en medio de nuestra realidad”.
Dio las gracias a los presentes y de manera singular, “a cuantos confiaron y han perseverado en el “poco a poco” y que hoy renuevan su disposición para continuar”.
La belleza de unas notas musicales, y de la voz de Marilín Aldana que amenizó la velada, fueron el marco de reflexión para las palabras que allí se pronunciaron. Junto al obispo estaba el sacerdote Ángel Andrés González, delegado para las comunicaciones de la Diócesis, y la periodista Arlene Gómez Palacios del equipo de comunicadores.
El P. González hizo la presentación de la revista, de su enfoque y secciones y habló de la continuidad que esta quiere tener con el esfuerzo realizado desde sus inicios, en 1996, por quienes precedieron al actual equipo. Habló del boletín Luz Nueva creado para el Año Jubilar Mariano, que con una forma más sencilla, alternrá con la revista.
“Queremos que las propias comunidades se vean reflejadas en su ser y quehacer”, dijo el sacerdote, quien explicó que para ello, se han ofrecido talleres para posibles colaboradores en las zonas pastorales de la Diócesis por los que han pasado unas 160 personas. Señaló que la revista “tiene secciones fijas con una programación anual para no improvisar”.
El párroco de Gibara terminó con un testimonio personal sobre su tía Ada que le tenía miedo a los cocuyos porque decía que eran luces de muertos. Sin embargo, dijo el sacerdote, “yo he aprendido que la luz del cocuyo es más bien una luz de vida… que quiere irradiarse, repartirse y multiplicarse dondequiera que hay un lugar en el que nada se ve, o parece que nada se ve”. Lo comparó con la luz del cirio en la Vigilia de Pascua. “¿No es acaso esta luz que disipa las tinieblas, la luz que ha emergido de lo hondo de la muerte y se convierte en luz de vida?”, preguntó.
“Mi tía no estaba del todo equivocada. Por eso pienso en ella cuando veo los cocuyos”, dijo. “Por eso creemos con tanta fuerza en este Cocuyo que hoy revivimos para que siga dando luz, para que en cada resplandor de luz nueva se declare –menguante- una sombra vencida y se vislumbre, abrasadora, alborada”. (Araceli Cantero Guibert)