
Dos celebraciones de Navidad en la Casa de la Divina Misericordia, en Holguín
HOLGUÍN, Cuba.- Para que las personas experimenten la Divina Misericordia el P. Laureano Fernández Saso organizó dos Eucaristías los días 24 y 25 de diciembre.
“La Casa de la Divina Misericordia en Holguín es precisamente eso: darle corazón a los enfermos, a los impedidos y los ancianos que están buscando a Dios en medio de la vida que les ha tocado vivir”, explicó el P. Laureano al finalizar la Misa del día 24 de diciembre.
“En cierto modo esta gente es uno de los grupos más olvidados y qué bueno que experimenten la Divina Misericordia a través de nosotros” añadió.

Mons. Marcos Pirán, obispo auxiliar de Holguín, presidió la Eucaristía del día 24, la víspera de Navidad. En su mensaje expresó el deseo de que en medio de sus dificultades y limitaciones los presentes tuvieran “la alegría de saber que Jesús está con nosotros”.
Les puso el ejemplo de los pastores que acudieron al portal de Belén, personas no siempre valoradas. “Que como ellos, estas personas sean testigos de la presencia de Jesús que está con nosotros para salvarnos de todo lo que deshumaniza”.

Comentó que los pobres y los pequeños son los que Dios elige para hacer su obra.
Era su primera Misa en esta casa que atiende a personas mayores o impedidas, después de ser consagrado obispo, ya que el lugar estuvo cerrado por la pandemia del Covid 19.
El padre Laureano agradeció al obispo “por todo lo que haces, cosas efímeras, quizás, pero valiosas a los ojos de Dios.” Y le agradeció, “tu presencia en nuestra vida”.

María Fermina Durán González interpretó canciones de Navidad y también se animaron algunos de los presentes como Angela María Díaz Castellanos que interpretó canciones cubanas y a quien se unieron Margarita Morales Mena y el mismo P. Laureano formando un improvisado trío de cantantes.
Navidad con Mons. Peña
La día siguiente, día de Navidad fue el obispo emérito quien presidio la Misa, acompañado por el padre Arnaldo Aldama y el padre Laureano.

“No hay que tener miedo a Dios, hay que amar a Dios”, dijo Mons. Peña en su homilía. Dio gracias a Dios “por habernos creado por amor”. Y dijo que “nosotros somos creadores, porque vamos llenando el mundo de amor”. Recordó que fue él quien había comprado la Casa de la Divina Misericordia toda desbaratada y agradeció los esfuerzos por restaurarla “para que siga siendo un signo de la misericordia de Dios”, recordando la frase del Evangelio “porque tuve hambre y me diste de comer, estuve enfermo y me visitaste”.

El P. Laureano fue invitando a los presentes a dar su testimonio compartiendo lo que Jesús es para cada uno. También invitó al P. Aldama a ofrecer alguna palabra. El sacerdote hizo notar que en este día en cinco continentes millones de cristianos repetían mensajes de paz, amor y justicia. Señaló que Dios venía al encuentro del hombre y “para no asustarnos se hace niño”. Y aunque hay personas que dicen que ya no hay Navidad, no es así, dijo. “Porque la Navidad es que Cristo vino para que nos llamemos hermanos, para unir a las familias y unirnos con Dios”.
Durante las peticiones, los presentes fueron expresando deseos: por la unión de las familias, por los científicos que buscan soluciones contra la pandemia, porque haya entendimiento, esperanza. Por la salud del Papa y porque pase la pandemia y la Casa de la Divina Misericordia vuelva a ser como antes.

Mientras se preparaba el almuerzo se cantaron canciones y Conchita Guillén Del Pino, trabajadora Social del La Casa de la Divina Misericordia, recitó una poesía.
Los presentes junto al obispo Peña y los sacerdotes disfrutaron del almuerzo con puerco, congrí y yuca y compartieron la alegría de la Navidad.
HOLGUÍN CATÓLICO.