Invitación a la fe ante la pandemia universal y bendición papal
VATICANO, ITALIA.-Con palabras de Jesús a sus discípulos cuando una tormenta les sorprende en medio del lago, el Papa Francisco se dirigió al mundo entero sorprendido por una pandemia universal.
“¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?”
El Santo Padre ha comparado aquella situacion de angustia de los apóstoles, que despertaron a Jesús que dormía, con los sentimientos de muchos ante la presente situación de pandemia.
Sobre la Plaza de San pedro totalmente vacía caía una suave lluvia. Ya atardecía en Roma a las 6:00 de la tarde del 27 de marzo cuando el Papa caminó solo hacia un espacio cubierto por un toldo y desde allí ha seguido las oraciones a las que se ha unido el mundo entero a traves de los medios de comunicación y las redes sociales.
Un gran Crucifijo, el mismo que salvó a Roma de la peste negra en el siglo XVI y el icono de la Virgen de la Salud, Salus Populi Romani, que normalmente reside en Santa María la Mayor, presidían el acto a ambos lados de la puerta de la Basílica de San Pedro.
Al comentar el Evangelio de San Marcos, capítulo 5, versículo 35, el Papa ha reconocido: “Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos”.
Para el Papa, una situación de tempestad como la que vive el mundo “desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, proyectos, rutinas y prioridades”.

Y se ha referido al abandono de lo que “limenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad”. Ha ido citando la absorción por lo material, “las guerras e injusticias, el grito de los pobresy de nuestro planeta gravemente enfermo”. El mundo ha continuado imperturbable “pensando mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo”.
Su llamado ha sido a la conversión. El tiempo de Cuaresma es una oportunidad para “elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es”.

En sus palabras se ha referido a la generosa entrega de personas comunes “corrientemente olvidadas” que no aparecen “en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show”. Son ellas las que “están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo
El Papa ha sugerido que “invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida “ y “entreguémosle nuestros temores, para que los venza”. Y ha recordado que tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor.

Ha invitado a abrazar la Cruz de Jesús, lo que significa “animarse a abrazar todas las contrariedades del tiempo presente”, dar espacio a la creatividad del Espíritu y reencontrar la vida que nos espera. Una invitación a “mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita. No apaguemos la llama humeante (cf. Is 42,3), que nunca enferma, y dejemos que reavive la esperanza”.
Desde la columnata de San Pedro “que abraza a Roma y al mundo, descienda sobre vosotros, como un abrazo consolador, la bendición de Dios” ha dicho el Papa, antes de bendecir con la custodia.

“Señor, bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones. Nos pides que no sintamos temor. Pero nuestra fe es débil y tenemos miedo. Mas tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: «No tengáis miedo» (Mt 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque Tú nos cuidas” (cf. 1 P 5,7).
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