Dedicación del Templo en el Reparto Alcides Pino, Holguín
HOLGUÍN, Cuba.- El 7 de Julio ha sido un día de fiesta doble y de gratitud para el reparto holguinero de Alcides Pino y para toda la Diócesis de Holguín. Fiesta porque Sor Oneida Jáquez Paulino celebró las Bodas de Plata de sus primeros votos como Sierva de María y fiesta porque tuvo lugar ese mismo día la unción de cuatro columnas del templo Nuestra Señora de la Salud y, posteriormente, la unción del altar y la colocación en él de varias reliquias.
Si hoy hacemos fiesta, también se debe a que tú eres fiesta,¨ dijo el Obispo, Mons. Emilio Aranguren Echeverría dirigiéndose a la religiosa dominicana.
“La fuerza del Espíritu que recibiste el día de tu Bautismo y la identificación como discípula de Jesús que marcó en ti el signo de la Confirmación, es la misma fuerza interior que tú experimentas para expresar en “el otro” el amor de tu Amado. Esa es tu mística, tu profecía y tu esperanza,¨ añadió.
Conocedor de su testimonio en la Diócesis le dijo que esa fuerza interior recibida era razón de acción de gracias por su vida, por el secreto de su paciencia, de su tesón, de su capacidad de dar el frente, de abrir puertas, de buscar solución a los problemas, de tener el gesto de caridad con los enfermos y de saber convocar a los jóvenes.

Sor Oneida ha vivido 23 años como religiosa en Cuba y el Obispo la describió como amiga de obispos, de curas y de monjas, y también capaz “de tratar con la naturalidad propia de la mujer consagrada a quien le pides un favor, porque sabes muy bien que lo que pides no es para ti, sino para servir al que, en ese momento, lo necesita, sea quien sea, sin pedir identificación, porque así fue como lo hizo el Buen Samaritano del Evangelio”.
Toda la comunidad de Alcides Pino se hizo presente para esta celebración. Acudieron Siervas de María de las otras tres comunidades de Cuba y la Secretaria Provincial. También el Obispo emérito, Mons. Héctor Luis Peña quien 26 años antes había invitado a esta comunidad religiosa a la Diócesis, ubicándola en aquel mismo lugar”. Así lo recordó Mons. Aranguren en su homilía, dando gracias también por el carisma con el que el Espíritu Santo inspiró en Santa María Soledad la fundadora de esta familia religiosa.

Mons. Aranguren ofreció datos de la fundación en 1851, en un barrio de Madrid, llamado Chamartín. Pero, además, dijo “el mismo Dios inspiró a la Santa Fundadora para que en 1875, ocho hermanas atravesaran por vez primera el Océano para sembrar la semilla en Santiago de Cuba” recordó. Desde allí se expandieron a otra partes de la Isla y de El Caribe, hasta que “tristemente, en el año 1961, hubo un punto de inflexión que motivó que, con excepción de 14 hermanas que permanecieron en el Convento de La Habana, el resto de las Siervas de María presentes en Cuba fuesen destinadas a otros países” recordó Mons. Aranguren, ofreciendo nombres y fechas de algunas de las religiosas de los primeros tiempos.

Para muchos, las Siervas de María son las religiosas que velan por los enfermos en sus casas o en hospitales, pero Mons. Aranguren indicó que hoy día en Holguín se las ve “en la Casa de la Divina Misericordia, en el Hogar de Ancianos, en la sala de oncología del Pediátrico, aseando en su casa a una ancianita con escaras, yendo a ponerle la inyección intravenosa al viejito del Camino Militar, acompañando como una madre-hermana al sacerdote con cáncer…
Explicó que “el gesto se adapta, pero el dinamismo interior de donde brota el gesto, es el mismo: es el carisma. Y el carisma es como la flor que, tal vez no llama la atención por su belleza, pero que se da a conocer, y se le reconoce, por su fragancia. No se ve, pero se experimenta. Ese olor, esa fragancia es el carisma, la gracia fundante que comunica el Espíritu.
Antes de ungir el altar, Mons. Aranguren recordó el rito de la Misa Crismal, cuando se consagra el Santo Crisma.
Con él, explicó, “ungiré las columnas señaladas y, poco después, frotaré sobre la losa de mármol de la mesa, para que queden consagrados templo y altar, “dedicados totalmente a Dios”.
Hizo notar que lo que expresa la unción con el Santo Crisma en los Sacramentos, se experimenta y vive con otras características en el corazón de quien se consagra a Dios, de quien -a modo de ofrenda- entrega totalmente su vida en las manos de Dios.
Esa entrega total a Dios, dentro de la Congregación de Siervas de María, Ministras de los Enfermos, fue la que prometió Sor Oneida a los 25 años de edad.
El Obispo explicó que lo hizo, como toda religiosa, emitiendo públicamente tres votos: castidad (pureza de corazón y de vida), pobreza (los bienes no son posesiones sino medios para servir) y obediencia (como ejercicio de mi libertad y madurez seré capaz de renunciar a lo mío en bien de lo nuestro: mi madre Iglesia, mi comunidad religiosa y el pueblo al que he sido enviada para servir en sus enfermos y necesitados).

Y al ungir el templo y el altar, bajo el amparo maternal de Nuestra Señora de la Salud, Mons. Aranguren expresó el deseo de que le brinde a este Barrio del Viradero la fragancia del amor paternal de Dios y sea, para todos sus vecinos, signo de bendición, bienestar, armonía y paz”. Colocada en el ara del Altar quedó la reliquia ósea de Santa María Soledad Torres Acosta, fundadora de las Siervas de María, Ministras de los Enfermos, de la Beata María Catalina Irigoyen a los 100 años de su paso al Reino eterno, y la reliquia de las cuatro beatas mártires de la Congregación.

Mons. Aranguren aseguró que: “Dios permanece en medio de su pueblo! ¡Pidámosle al Señor que, como Él mismo exhortó a los apóstoles, nosotros permanezcamos en Él, para que demos frutos buenos y abundantes!
A Sor Oneida y a las Siervas de María, presentes les dijo: “¡qué regalo son ustedes para la Iglesia y para nuestro pueblo”!
HOLGUÍN CATÓLICO