Con burro, vaca, ovejas, zagal, ofrendas de los tres magos y cantos al Niño Dios

CERTENEJA DE GÜIRABO, Holguín, Cuba.- Reyes, pastores con sus ovejas, la vaca y el burro y también unos cuantos patos y las gentes del lugar conocido como Certeneja de Güirabo, a unos 10 km al oeste del centro de Holguín, se dieron cita el 28 de diciembre para adorar al Niño recién nacido, entre canciones de villancicos y los aplausos de sacerdotes, religiosas y agentes pastorales de la Diócesis de Holguín.

Convocados por el obispo Mons. Emilio Aranguren Echeverría, en lo que es ya una tradición navideña, los allí presentes participaron en una Eucaristía, un almuerzo y una animada representación del misterio de la Navidad.

El encuentro fue preparado este año por las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, en el lugar en donde hay una casa de misión albergada por una edificación que, en su fachada, recuerda la Casa donde nació su fundadora la Madre María Rafols Bruna, en España. La congregación celebraba 212 años de fundada en ese mismo día.

Cada año, después de Navidad, la cita es en un lugar distinto de la Diócesis, con el objetivo de crear comunidad, compartir y dar gracias por la vida pastoral vivida durante el año.

Los terrenos junto a la casa se llenaron de niños que jugaban en los columpios mientras miembros de la comunidad asaban dos puercos ‘en pua’ y preparaban el almuerzo en el que, junto a la carne, no faltó la ensalada, yuca, el arroz con frijoles o ‘moros’, y el ‘casabe’ una especie de tortilla hecha con el almidón de la yuca que debe su nombre a la pregunta que hacían los españoles al ver que los nativos la comían. ¿A qué sabe’ preguntaban. Esta pregunta se transformó en ‘Casabe’ y perdura hasta nuestros días.

Durante sus palabras en la Eucaristía el Obispo pidió oraciones y recuerdo para los creyentes—que como los Santos Inocentes,  cuya fiesta se celebraba el mismi día, siguen dando la vida por la fe en muchas partes. “Cada seis minutos hay un mártir cristiano en el mundo” recordó. Pidió no reducir la Navidad a solo un clima festivo, sino recordar que encierra un misterio de fe.

Explicó el texto que se había proclamado que ponía en contraposición a “dos poderes”, al del Niño -misterio de fe- y al de Herodes -poder humano. Y al mismo tiempo “el Niño que está en la cuna” viene al mundo “a pacificar, reunir, consolar, iluminar”.

Cercano el fin del año el Obispo indicó que era momento de evaluar y aclarar las cuentas, como indicaban las lecturas proclamadas y de “no pecar y si lo hacemos a causa de nuestra fragilidad, acudamos a Jesús, el Niño de la cuna, porque Él nos ofrece el perdón”. Invitó a acercarse al perdón sacramental antes de concluir 2016.

El nuevo año, dijo, se inicia con María “ella viene con nosotros a caminar”, y adelantó que en su mensaje por la 50ª Jornada Mundial de Oración por la paz; el Papa invitaba: “La no-violencia, estilo de política para la paz”.

Mons. Aranguren habló de la realidad de la Diócesis, de nuevas situaciones con la marcha de varias congregaciones religiosas, o sacerdotes misioneros de otras diócesis por falta de personal y recordó a los Magos de oriente que después de adorar al Niño regresaron por otro camino.

“Si nos hemos encontrado con Él en esta Navidad, como los Magos, contaremos con la presencia de Él, Dios-con-nosotros, de su luz, que irrumpe y dispersa las tinieblas, y de su sabiduría que siempre es de paz, conciliación, confianza y esperanza”.

Después del intercambio del almuerzo, niños y jóvenes con el apoyo de toda la comunidad ofrecieron varias viñetas del evangelio: desde el anuncio del ángel a María, pasando por la visita de María a Isabel y la llegada a Belén en burro, mientras José cantaba unos versos pidiendo posada.

Al tiempo que el coro contaba la historia, desde una esquina del improvisado escenario, fueron empujando el portal construido con troncos, hojas de palma y telas de saco. Allí entraron María y José para, momentos después, aparecer el misterio de la Navidad con un niño de carne y hueso.

Los ángeles hicieron su anuncio con bailes, mientras se iban acercando la vaca, el burro, varias ovejas de verdad, con su zagal y otras que eran niños disfrazados, también como palomas. Aparecieron desde lejos unos cuantos patos que iban siguiendo ‘los granos’ que arrojaba la Hna. Olga  para que se acercasen al portal. También llegaron los tres magos apresentarle al Niño oro, incienso y mirra.

La algarabía fue creciendo para culminar en una apoteosis de aplausos saludos y fotografías mientras todos cantaban el villancico ‘Los peces en el río”.

HOLGUÍN CATÓLICO